MADRID. Muchas gracias don José.

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He llegado, ya estoy en mi casa; tela con la beneficencia, qué bonito, qué, qué bello, puedo asegurar que ahora mismo me siento muy feliz, muy contento, muy afortunado; lo de hoy ha sido muy, muy, muy emocionante, ha sido algo tremendo, desgarrador, qué momentos…

Voy a revelar cosas un poquito íntimas, pero bueno… Yo llegué por la mañana a Madrid muy optimista pensando que aquello iba a ser el acabóse, vamos, que iba a poner el toreo a sus pies, pero tras acudir al apartado, en un momento dado sentí como un chocazo en mi interior; me di cuenta de que las cosas en el campo no se habían hecho del todo bien. Ya abandono las dependencia de los corrales y comienzo a observar la maravilla del templo llamado Las Ventas y me doy cuenta de la dificultad de su gente, vamos, que pasé en poquito tiempo del optimismo más desbordante a un estado de total pesimismo. Pero bueno, gracias a la gente maravillosa, del Círculo Morantista de Badajoz me fui distrayendo y disfrutando del día; así hasta que las agujas del reloj marcaron las siete de la tarde.

Nada más comenzar la corrida rápidamente me doy cuenta de que el haber sacado entrada en el corazón del tendido 7 había sido una auténtica estupidez, pero ya no había vuelta atrás. Y salió el primero, y el segundo, y el tercero, y el cuarto y aquello, ya empezaba a superarme... cuánta desfachatez, qué porquería de toros, ¡maldita suerte! y llegó el quinto, con lo que se sabe, Morante sale prendido y yo por unos momentos creo volverme loco. Morante por los suelos, el de al lado diciendo gilipolleces, me sentí aprisionado, necesitaba huir, puff que horror, así que en un arrebato me levanté con toda mi energía y huí, pero aquello no iba a ser mi solución, ya que por los interiores del tendido, justo en una terraza con vista al exterior se me venía la imagen de Morante derrotado y me creó tal congoja que cuando me quise dar cuenta el derrotado era yo, ¡pero bueno!, qué era lo que me estaba pasando? Me venía la imagen de los míos y oye, me avergonzaba tal situación, pero bueno, qué angustia y que intentaba venirme para arriba y que no podía. Recuerdo que una señora que no estaba viendo la corrida sorprendida se interesó por mí y viendo lo incómodo de la situación desistió, aunque claro la noticia corrió como la pólvora entre la gente que allí trabaja y volvió a venir, recuerdo sus palabras con un tono cariñoso, oh que pena ¿no?... yo asentía con mi cabeza sin poder articular palabra... Pero bueno, el teléfono comenzó a sonar y aquello habia que superarlo y no dar muestras de lo que me estaba ocurriendo así que en ese impas de espera fui hablando con los míos, volví a mi localidad un tanto vacío sin querer mirar, sin querer ver, y bueno, lo que vino después todo lo sabemos, salió Morante de la enfermería y era muy grande lo que me estaba trasmitiendo. Y ya qué decir con su toreo, qué forma de torear a la verónica, es ahora al escribirlo y recordarlo y me muerdo el labio inferior; se me ponen los pelos de punta y ¿los quites? bua, de locos, de locos... antológico, ¿y el tercio de banderillas? aquello no se podía aguantar. Para mí ha sido muy grande; le estaré toda mi vida agradecido a Don José Antonio Morante de la Puebla.

P.D Sé de la importancia de las imágenes en este post pero no puedo, no me siento para verlo de nuevo en la tele, y para editarlo y poderlo colgar en Internet no me quedaría mas remedio, así que si alguien no lo vio, que me mande un correo…