¿una pata? sí, sí...

No tengo duda de que valga... Morante de la Puebla; con total rotundidad afirmo: está tocado por la varita de Dios, está llamado para ser uno de los pilares que sujetan la historia del toreo. Él ante tal mandado, responsable de ello ha vuelto para rendir decoro; y ha vuelto tal como se fue: de forma frutal, desgarradora, con ganas, con deseos, con esa forma tan prodigiosa de entender al toro y, sobre todo, con esa grandiosa forma de torear.

Una de las primeras conclusiones que extraje antes del inicio de la corrida es que Morante, se puede decir alto y claro, es “un torero de toreros”, con la categoría que eso conlleva y es que Vistalegre era una pasarela de profesionales del toro; qué cantidad de toreros, de grandes toreros, de novilleros, de banderilleros, de ganaderos…

Cuando las agujas del reloj marcaban las 19 h 00 min. una voz femenina anunciaba la demora del paseíllo en unos 15 min. Yo pensé ¿y? ¿qué era ese tiempo después de 349.920 min. de verdaderas angustias? Así que cuando salió ese 2º toro de la tarde, y Morante le enjaretó 3 verónicas a-c-o-j-o-n-a-n-t-e-s yo creí morir. Qué maravilla, qué autenticidad, fueron unos lances con una profundidad, con una profundidad infinita, yo me atrevo a afirmar que cuando todos los demás toreros vacían al toro a la verónica a Morante aún le queda más de medio viaje. Y ya no sólo eso; ya la variedad en el propio lance, siempre toreando, siempre con la verdad por delante, ¿que hay que ir hasta los medios sin rectificar? allá que se va; ¿que cerrado en tablas hay que parar el toro con las únicas bazas de sus brazos y su capote por delante? allá que se pone. Hoy en día es elocuente cómo muchos toreros antes de parar el toro han dado media vuelta al ruedo hacia atrás… Pero lo más grande, lo que jamás se me olvidará en mi vida fue una media antológica, de esas que hacen botar del asiento a uno y luego mirar alrededor y observar que todos por igual se han levantado. La media fue de escándalo, había hecho un buen quite por chicuelinas, no muy ligado, eso sí con una gracia y con una elegancia de cortar, entonces el toro antes de rematarlo se le paró a unos dos o tres metros, le dio su tiempo y llega ese Morante, con total suavidad ¡mira! Le echa esos vuelos del capote, con esa voz quebrada “aje” lo recoge con la bamba al toro y muy despacito, muy despacito se lo enrosca detrás de la cadera y ahora al tío no se le ocurre otra cosa que aguantar el tipo, dejar que quien quisiera sacara su cámara de la funda, que diesen al “power”, que cargasen el flash e inmortalizar ese momento histórico y cuando él vio que ya debía de salirse de la suerte, se fue con un garbo, con una torería que a mí sencillamente me estalló la cabeza ¡Bendito dolor!...

Y con la muleta también se las trajo, siempre encajándose, siempre reunido, siempre con la verdad por delante, con muchísimos reflejos, incluso aguantando que le pasaran los pitones por la cara y eso se hace, primero porque existe el valor y segundo por que uno tiene plena confianza en sí mismo. Morante de la Puebla domina el toreo como nadie. Pero claro, luego viene el gusto, la variedad y una gran serie al sobrero por la derecha que fue eterna, de un compás maravilloso, uhmm que deleite… Creo que fue una tarde muy intensa y muy extensa a la vez. Quizás faltó reunir todo en un solo toro, ahora, eso va a llegar y el día que llegue se volverán a dar patas como premio a un torero.

No quisiera acabar este post sin dejar constancia de lo reconfortante que puede suponer el conocer al Morantismo en persona. Así que vaya un afectuoso saludo Mic, Esther, Luis.

Foto Maurice Berho para mundotoro.com