BURGOS. Por debajo de lo deseado.

No era lo que deseaba ni mucho menos… ya que lo presenciado en el coso de El Plantío no ha saciado realmente mis deseos. Considero que, a decir verdad, toda posibilidad de triunfo comienza a limitarse al mediodía en el sorteo; le tocó en suerte el lote más igualado pero sin ese toro entipado en alguna de las variedades de El Pilar. Me hubiese gustado ver a Morante con el cuarto, con el de Rincón. No obstante, en la corrida de nuevo sucedieron momentos que no se deben dar bajo ningún concepto; todos ellos durante el transcurso del tercio de varas. Si en el primero entre el Lili y Chacón se les fue del burladero para ir desde lejos al caballo, Morante sin colocar, al relance metió al quinto en las jurisdicciones de Cristóbal, que lo recogió para picarle mal, muy trasero y caído a un toro que después fue muy molesto y al que José Antonio le costó su tiempo para templarlo. Pero el escándalo del segundo debe eliminarse; yo entiendo que las broncas forman parte de la liturgia de Morante, que monte su muleta, que no lo vea claro o que no esté a gusto, y corte por las de Villadiego, eso incluso me llegaría gustar... Ahora bien, que por una nefasta lidia, que el toro derribe a Aurelio, que cuando vuelve a tener al toro bastante tiempo debajo, no sea capaz de meterle las cuerdas… a ver quién es la persona que calma al tendido cuando hay que picar de nuevo al toro... nadie… bueno Morante con buen toreo, pero como no se dio el caso, la bronca fue muy fuerte y muy fea por parte del público. Positivo?? hubo sus cosas, claro está; me gustó mucho un pasaje en el segundo cuando en los medios con la muleta, al poco de comenzar la faena, Morante ágil, fuerte de piernas, muy poderoso sobre los pies, le tocó los costados al toro, y bueno... estuvo apunto de cortar una oreja fruto de una faena de menos a más al quinto, donde la puesta en escena fue magnífica que unida a se deseo de agradar… tuvieron importancia los derechazos con la espada por los suelos, aunque realmente fue una pena que el toro tuviese tan poquita clase, saliendo siempre suelto y protestando si le obligaba. Estuvo Morante a punto de bordarlo cuando cogió la espada para entrar a matar, la tiró emulando a Joselito, clavó las zapatillas y yo temblé pensando en la que me venia, pero aquello no acabó de ser grande por las condiciones del toro.

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